EL ICONOCLASTA

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Samuel Cepeda Tovar.

El final de la gestión de Salvador Hernández Vélez al frente de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) se vislumbra cada vez más cerca, tan cerca que los medios de comunicación han empezado a barajar las cartas de las y los posibles aspirantes a despachar en rectoría. Como suele suceder, se menciona a personas con cargos de primer nivel, ya sean funcionarios o coordinadores de unidad, lo cual es ya una tendencia generacional dentro de la universidad, desde luego que merodea siempre la intromisión de poderes ajenos a la autonomía de la universidad en la permisividad de la participación de las y los posibles candidatos.

Sin embargo, en esta particular tesitura fulgura un director un tanto iconoclasta que puede jactarse sin duda alguna de ser el primero en levantar la mano en aspirar a dirigir el destino de la UAdeC; y que sin duda rompe con los paradigmas tácitos establecidos en los procesos sucesorios de la UAdeC. Se trata de Juan Manuel Cardona, director de la Escuela de Medicina de la Unidad Norte (EMUN); quien ha manifestado abiertamente su intención de participar en la sucesión rectoral de la UAdeC y que sin duda representa un hito histórico tanto para la unidad norte como para la misma universidad.

Salvador Hernández Vélez y Juan Manuel Cardona

En primer lugar porque un director suele verse lejano a ocupar el despacho principal de la universidad, también porque la unidad norte carece de representantes en los puestos de primer nivel de dicha casa de estudios que generalmente suele ser centralista y, finalmente, porque el director de la EMUN rompe los tiempos del silencio aspiracionista personal que debe caracterizar a todas y todos los aspirantes, es decir, una cosa es que los medios de comunicación hablen e hipoteticen y otra es que una persona asegure públicamente sus pretensiones.

A pesar del revuelo que ha ocasionado el auto destape de Cardona, la realidad es que no está cometiendo ninguna falta legal ni ética, sino que fomenta el fortalecimiento de la democracia dentro de la universidad que tradicionalmente ha sido cuestionada por su rigidez en cuanto a la permisividad de la manifestación pública de aspirantes a los diversos cargos de elección popular que tiene la máxima casa de estudios de Coahuila.

Independientemente de si Cardona tiene posibilidades o no, el solo hecho de levantar la mano es plausible, porque envía una señal de que los tiempos han cambiado y que como dice el estribillo: “el que respira, aspira”, y por lo tanto abre la puerta a otras manifestaciones que oxigenen a la universidad y fortalezcan sin duda alguna su democracia interna.

Lamentable sería algún tipo de represión o intimidación ante pretensiones no solo válidas, sino enmarcadas en los mismos Derechos Humanos que tanto se pregonan dentro de la universidad.

Sobre las propuestas de Cardona habrá tiempo de analizar, por lo pronto, su súbita aparición lejos de indignar, debe enorgullecer a los universitarios al ser ejemplo de valor ante un conservadurismo que sigue incólume dentro de la universidad que ve con malos ojos los dichos del iconoclasta director de la dilecta Escuela de Medicina de la Unidad Norte de la UAdeC.

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