MEMORIAS (2)

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Rufino Rodríguez Garza.

Un día sin salir a explorar al monte lo siento como un día perdido, estoy acostumbrado a salir cada día cada fin de semana para explorar y cuando no se puede hacer es por causas de fuerza mayor, estas causas me producen desazón; así puedo enumerar: la falta de vehículo o descomposturas, la salud sobre todo en estos últimos años, la lluvia, algunos compromisos familiares, viajes fuera de la ciudad, etcétera.

Buena parte de mis salidas exploratorias las realicé solo, pero otra buena parte de éstas fue con el camarada José Guadalupe Flores Ventura. Las salidas con Ventura son todas de interés especial, yo tras el arte rupestre y José más polifacético va tras paisajes, flora, paleontología y por supuesto el arte rupestre.

Nuestro gusto es una afición que se ha convertido en pasión, tan arraigada que nos orilló a estudiar y documentar nuestros encuentros. Poco a poco nos fuimos empapando de diferentes materias y las fuimos dominando al grado de impartir conferencias y publicar los resultados de nuestros constantes salidas y descubrimientos.

Cuando las fotografías no eran digitales sino analógicas también tuve la ocurrencia de ir poniendo datos en cada imagen tomada, como por ejemplo: el motivo, el lugar o sitio de su ubicación y también la fecha.

En estas libretas fui tomando notas de sitio en áreas con presencia arqueológica, elaborando dibujos, tomando medidas de los motivos grabados y/o pintados marcándolos en los planos del INEGI y cómo no, el más marcado fue el G14A83 donde lo usé para ayudarnos, guiarnos y tener referencias topográficas.

Cada plano abarca alrededor de 1000 km² y marca veredas caminos, comunidades, sierras, cañadas, llanos, valles, aguajes, arroyos, nombres de lugares y otros datos útiles para mejor ubicarnos.

El ingeniero agrónomo Juan José López González (+) salía con nosotros hace ya algunos ayeres, era un estudioso de plantas del desierto y con una preferencia por el nopal, del cual nos platicaba que en Coahuila son más de 34 variedades y/o especies.

Este buen camarada nos prestaba un aparato extraño en aquellos tiempos que era un GPS un geo posicionador qué se conectaba a satélites y que nos proporcionaba datos para futuras localizaciones; este aparatito da las coordenadas y la altura sobre el nivel del mar y precisa para nosotros cada lugar de interés arqueológico y paleontológico.

Para llegar a sitios más complicados no pocas veces nos ayudaron vecinos de los ejidos amigos con los que estoy muy agradecido, gracias a ellos nos ayudaron para acercarnos a sitios difíciles como: “El Cañón de Sal si Puedes”, Eslabones, La Barreta y otros más; los pastores y vaqueros de los ejidos siempre amables nos brindaron una enorme ayuda.

Recuerdo que en una ocasión en la compañía de Ventura y Ariel Colín, se nos quedó varada la troca que traíamos en el Valle de Chupaderos, en la zona arqueológica del Pelillal en Ramos Arizpe, ya sin bastimentos ni agua que beber, Ventura tuvo que caminar cerca de 5 Kilómetros para pedir apoyo a la localidad y poder ser rescatados con la ayuda de una camioneta (que no nos pudo sacar) un tractor que no jaló y otro tractor que si hizo la maniobra de sacarnos de ese lugar, desde entonces me gustan los tractores de la International Harvester

En el caso del Pelillal, con el correr de los años, llegamos a conocer el área también como los propios lugareños. Conocer de cerca los sitios nos hizo muy hábiles en hacer campamentos. Lo nuestro fue acampar siempre al lado del vehículo, llegar y limpiar el lugar, levantar las tiendas, juntar leña (faena que se le encomendaba al más novato del campamento, ¡saludos Colín!) sacar las sillas por la noche, calentar el alimento por la mañana, encender la lumbre, hervir agua para que el café y calentar unos ricos tamales. Siempre llevamos una parrilla que fue en sus mejores tiempos parte de un horno de una estufa casera.

Nos hicimos expertos en prender fogatas aun cuando recién había llovido, aprendimos a montar las tiendas de campaña, unas usadas las primeras, otras cuando tuvimos con qué pues nuevas; al final la que más me ha dejado hasta la fecha es una que se llama “tienda-catre” comprada en un super local.

Los municipios que mejor conocimos son los que tenemos cerca de Saltillo, destacan Ramos Arizpe, General Cepeda y Parras, también otros más alejados como Ocampo, Viesca, Cuatrociénegas, así como algo de Nuevo León

  A los más alejados no fuimos tanto como quisiéramos por la falta de recursos o porque supongo que teníamos para explorar solo día y medio, pues se tenía que regresar el lunes a nuestras actividades.

Ventura terminó su carrera de ingeniero industrial y que trabajó muchos años en el sector industrial, ahora en el pasado reciente desde 2023 trabaja en el Museo del Desierto una de sus pasiones.

Yo por mi cuenta, siempre metido en el sector industrial pero también en el campo editorial. En la Universidad Autónoma de Coahuila me desenvolví en las bibliotecas y luego en las librerías de dicha institución

Llegué a Saltillo en 1963 y tuve la fortuna de conocer a personajes de la ciudad que me fueron introduciendo en el mundo de los libros. De aquellos compañeros de estudio recuerdo a Filiberto Zepeda Tijerina, también al profesor y licenciado Arturo Ruíz Higuera. Con Cepeda supe lo que era una biblioteca familiar, su padre compraba libros por vicio; libros de todo, pero destacaban una enorme cantidad de diccionarios de todos los temas, allí supe quien fue Jardiel Poncela y leí varios de este importante autor español de un humor a toda prueba y de quien fueron tomadas varias obras que fueron llevadas al cine en la época de oro del cine nacional.

En el caso de la arqueología también conocí al doctor José de Jesús Dávila, médico general hombre de muchas luces, maestro en el Ateneo, autor de libros y ensayos de historia de Coahuila, su fundación y sobre los primeros tlaxcaltecas en Saltillo en 1591.

Gracias a él conocí la lítica de la región y piezas de cerámica de otros lugares de México, a él le debo mis inicios en esta magnífica afición.

En la logia conocí al arquitecto Jesús Ricardo Dávila Rodríguez hijo del doctor Dávila y con quién  empecé  una suerte te salidas de campamento que reforzó mi gusto por el desierto.