Comunicación (1)

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Simón Álvarez Franco.

Comunicar significa hacer partícipes a otro u otros de nuestros pensamientos, ideas, conocimientos que tenemos en nuestro intelecto, lo que tenemos aprendido, sea por la experiencia, lecturas o conocimientos adquiridos en una carrera o en trabajos realizados.

La escritora Gaby Vargas (*) lo ha dicho objetivamente: “comunicarnos con el corazón”.

Para realizarlo se requiere de CINCO elementos indispensables:

EMISOR — MENSAJE — RECEPTOR
CODIGO—DECODIFICADOR

Nueve de cada diez problemas, invariablemente se deben a una mala comunicación entre las personas. Puede parecer exagerado pero los estudios comprueban que no es así y, por eso nuestro objetivo debe ser: Comunicarnos mejor.

Todos sabemos que la sinceridad, el tacto y la expresión genuina de los sentimientos son prácticas vitales en las relaciones con nuestra familia, amigos, seres queridos y compañeros de trabajo.

Sin embargo, en la comunicación hay obstáculos que interfieren cuando menos lo deseamos. Por ejemplo, es muy común que haya malos entendidos: yo pensé que tú…es que no sabía que…Por otro lado, están las dificultades en la transmisión del mensaje: Eso no es lo que quise decir… Entendí que… Nunca dije eso. Las palabras “correctas” no salen o bien, salen tarde y se establece una lucha con los vocablos que a veces, parecen expresar algo diferente a lo que en verdad sentimos o que, al salir de nuestra boca, se oyen ridículos, huecos, tontos o poco atinados.

Así a muchos se nos dificulta encontrar la línea, el balance en el que las palabras se conectan con la cabeza y el corazón  de manera armónica. El resultado es que, a veces, por casualidad le atinamos y otras tantas, la “regamos”, pareciéndole al RECEPTOR, que no es correcto o atinado lo que le decimos, en fin, que no tenemos razón en lo que queremos expresar.

Es un hecho que hay personas dotadas de una maravillosa capacidad de empatía y convivir con ellas es una verdadera delicia. Estos seres poseen una línea de comunicación que corre derecha, firme y segura: Inicia en el corazón, pasa por la cabeza y cobra forma en palabras. Para comunicarnos bien, no basta con ser honestos y espontáneos. Por ejemplo, el amor, el enojo o el miedo que son tres sentimientos básicos y universales, son muy difíciles de transmitir y no hablemos de otros retos como ofrecer disculpas, expresar agradecimiento y aprecio, dar una noticia dolorosa, motivar o pedir un favor. Pensar las cosas antes de hablar. Las ideas deberán salirnos de manera natural.

Estas habilidades parecen naturales, sabemos que no lo son del todo, necesitan otros ingredientes: Mucho trabajo y dedicación. La buena noticia es que, si lo queremos, todos podemos aprender a cantar, a correr como un campeón, a negociar como expertos o en este caso a comunicarnos de corazón. ¿Cómo lograrlo? La respuesta está en la línea del corazón.

La línea del corazón es una estrategia que cambia dependiendo del lugar, del momento y de las personas. Para aplicarla, se necesita tener dos caras. Sí, como Jano el dios Romano, el mítico guardián de las puertas. Una de las caras de Jano ve hacia adentro, hacia el espacio interior que resguarda la puerta y la otra ve hacia fuera, hacia el horizonte, más allá de la puerta.

EMISOR

Es toda aquella persona, institución o empresa que desea hacer partícipe a otros de sus conocimientos, ventajas o deseos no sólo de partícipes de lo que sabemos, tenemos o deseamos.

Para encontrar la línea del corazón, tenemos que enfocar nuestra atención hacia nosotros mismos, analizar. ¿Qué siento? ¿Qué pienso de esto? ¿En dónde lo siento? Mientras que, simultáneamente, dirigimos nuestra atención hacia los otros. ¿Qué sienten? ¿Qué les interesa? ¿Qué les preocupa? ¿Qué es lo que me quieren comunicar verdaderamente? Por que como dice Rosa Montero (**) “sin el entendimiento de nosotros mismos y de los demás, sin esa empatía que nos une, no puede existir ninguna sabiduría ni belleza”.

Todo esto suena muy bien, pero no sé por qué a la hora que quiero decir las cosas, parece que las palabras se esconden. ¿No es cierto? A muchos nos cuesta trabajo comenzar. Es como el principio de la inercia: la tendencia de un cuerpo en movimiento a permanecer en movimiento o de un cuerpo estático a permanecer estático hasta que lo mueva una fuerza exterior. ¡Es igual! Las primeras palabras siempre son las más difíciles de sacar. Para una eficiente comunicación, el que comunica algo debe pensar detenidamente qué es lo que desea que el otro entienda, poner en orden sus ideas, emociones y conocimientos.

Lo ideal es hacer una agenda mental de lo que quiere decir y que coincida con la forma en que desea que se le entienda. Lo más aconsejable es hacer una agenda escrita de lo que tiene que decir.

Ojo, no es un discurso ni una arenga, lo escrito sólo debe ser un “pie” de página o de parlamento. Aquí bien vale la expresión de que “lo menos es más”. Frases simples, pocas palabras, concisión en lo que se dice, que exprese un pensamiento completo.

Hablemos con “U”

Si escribo sin U puedo hablar hasta el cansancio de mí, de lo mío, del yo, de lo que tengo, de lo que me pertenece.  Pero sin U no puedo hablar de ustedes, del tú, ni de lo tuyo, ni siquiera hablar de lo nuestro. Así me pasa… A veces pierdo la U… y dejo de poder hablarte, pensarte, amarte, decirte. Sin U, yo me quedo, pero tú desapareces… Con estas palabras, Jorge Bucay (***) nos revela el verdadero secreto de la comunicación. Simple y sencillamente, hablar con U.

Reflexionemos, ¿En qué porcentaje de nuestra comunicación incluimos la U?

Quizá ahí radique la mala comunicación. De seguir el consejo de Bucay, la verdadera comunicación dejaría de ser algo exclusivo, si usáramos la U al hablar, todos nos comunicaríamos mejor, nos respetaríamos más, simplemente, nos comprenderíamos. Tal vez, habría menos divorcios, menos guerras y menos desavenencias.

MENSAJE

La realidad es que, fuera de la superficialidad cotidiana, nos cuesta mucho trabajo comunicarnos. Sin duda, las emociones son el gran motor de la palabra, sin embargo, es frecuente que a la hora de querer comunicarnos de corazón no podemos expresar lo que queremos porque nuestros sentimientos se interponen y, entonces, acabamos frustrados o arrepentidos de haber abierto la boca. Comparto contigo algunas técnicas que nos pueden ayudar a comunicarnos mejor.

1.- Piénsalo bien. Nada ni nadie nos prohíbe pensar antes de hablar o de escribir. Tómate el tiempo necesario para descifrar tus pensamientos. Mentalmente revisa qué sientes, qué piensas y qué quieres. Y, sólo entonces, ponlo en palabras.

2.- No hay prisa. Estamos acostumbrados a creer que el diálogo es una especie de rebote de palabras inmediato, incluso, muchos nos sentimos incómodos con los silencios, aún si se trata de segundos entre pregunta y respuesta. Si es necesario, gana tiempo con frases del tipo: “Esa pregunta es importante, déjame pensarla un momento”.

3.- Ensaya lo que vas a decir. Se vale. Si envidias las respuestas ágiles e inteligentes que ves en las películas, sólo recuerda que los personajes siguen un guión. De igual manera, anticipa todo de respuestas que pudieran surgir de cualquier diálogo que pienses establecer, desde las más favorables, hasta las menos optimistas. Experimenta lo que sentirías y lo que dirías en caso de que sucediera cada una de ellas.

4.- Haz la tarea. La comunicación que convence, que persuade, no sólo está llena de palabras bonitas, sobre todo, requiere de honestidad, entusiasmo y datos útiles y relevantes.

5.- Escoge el momento y lugar apropiado. Procura que la conversación se lleve a cabo en un lugar tranquilo. Y, si se trata de pedir un aumento, hazlo después de haber concluido un proyecto exitoso. Si en lo familiar, sabes que tu pareja está de mejor humor después del café de la mañana, con paciencia, espera ese momento.

6.- Cuida tu lenguaje corporal. En 1971, el psicólogo Albert Mehrabian concluyó un estudio sobre la naturaleza de la persuasión. Encontró que 55 por ciento de la efectividad en la persuasión, depende de las señales visuales y no verbales que emitimos., Es decir, gestos y movimientos corporales: Mantén un buen contacto visual, evita cruzar los brazos o inclinarte hacia atrás. En seguida, influye el tono, la inflexión de voz y el ritmo con el que emitimos las palabras. El 38 por ciento de la efectividad de la persuasión, lo ocupan los tonos de voz graves y profundos que se perciben como más convincentes, y ocurre lo mismo con los tonos pausados. Por lo que Mehrabian concluye que el 93 por ciento del mensaje verbal, tiene muy poco que ver con las palabras que utilicemos, Las palabras, de hecho, sólo importan en un 7 por ciento.

7.- Menos es más. Esto decía el arquitecto Ludwig Mies Van Des Rohe. La sencillez es lo más efectivo para una buena comunicación.

8.- Un secreto. Nunca le digas a la otra persona lo que tiene que hacer. Dar órdenes no es persuadir. Mejor, muestra la realidad para el que otro decida por sí mismo lo que tiene que hacer. Siempre será mejor preguntar: ¿Tú qué opinas? ¿Cómo lo ves? ¿Qué crees que debemos hacer?

9.- Si quieres persuadir, habla con los oídos muy abiertos. Para establecer una buena conexión con la otra persona, interésate en toda la información que te ofrezca. Para que esto sea posible, deja de pensar en ti, en lo que vas a decir. Resiste la tentación de aconsejar, de contestar o de corregir. Evita que te gane el enojo, aunque no te guste lo que escuchas. Mejor, concéntrate en el otro: ¿Qué piensa, siente, quiere y necesita? Escúchalo con sensibilidad. No escuches sólo sus palabras, escucha sus silencios, lee entre líneas, atiende su tono de voz, observa cada movimiento de su cuerpo ya que es lo único que no se puede fingir.

10.- Usa el pronombre nosotros. En una conversación, el pronombre yo, se enfrenta a otro pronombre; tú. Si a través de escuchar, de hablar en el momento y el lugar adecuado, logramos sumar el yo con el tú, dará como resultado un nosotros.

Recordemos lo que escribe Bucay: Si pierdo la U … dejo de poder hablarte, pensarte, amarte, decirte. Sin U, yo me quedo, pero tú desapareces… Y, si tú desapareces… ¿Con quién me puedo comunicar? ¿Con quién puedo compartir? ¿Cómo puedo ser feliz?

RECEPTOR

Receptor es toda persona, o personas, empresa o empresas, púbico exclusivo o en general que debe enterarse de lo que queremos comunicar, pueden ser socios, compañeros de la empresa o clubes que nos interesa que reciban de nosotros la información que deseamos participar, incluso puede ser la familia o el público en general.

De ahí que debemos cuidar las palabras y expresiones que usemos al comunicar para que no se desperdicie la información al dirigirla a la persona o lugar equivocados o faltos de interés en lo que estamos comunicando.

Frases, descripciones de productos o fórmulas inherentes a lo que estamos informando, se desperdician tanto en tiempo como en dinero cuando no estudiamos debidamente a quien se debe dirigir la información.

CÓDIGO-DECODIFICACIÓN

Esto es significativamente importante, porque ahora nos parece natural que el ser humano se comunique con palabras, signos, colores, ademanes y olvidamos que el ser irracional también se comunica entre sí o con otras especies utilizando los mismos elementos.

No es casual, interviene en esto no solamente la herencia sino con mucho la imitación y la enseñanza.

En otras palabras, no basta que el hombre actual aprenda y se le enseñe el significado de las letras, los números y frases usuales, también debemos reconocer que hace falta que aprenda a unir las letras y signos para formar palabras que designen cosas, pensamientos e ideas que den un significado a las actividades diarias. No es lo mismo conocer un alfabeto, sino que hace falta un idioma particular para dar vida a esas palabras.

Código entonces significa un lenguaje particular y especial para comunicar una acción o práctica de un determinado idioma.

Así, por tanto, el código de un idioma no puede ser interpretado debidamente sino se utiliza el mismo, tanto por el emisor como por el receptor de un mensaje, si uno de ellos no conoce el significado de lo que quiere decir una de las partes, no podrá traducirlo en su pensamiento.

Un ejemplo claro, si usted no habla el idioma o lenguaje del uno, no podrá traducirlo a su conocimiento, si usted envía un mensaje en inglés a otro que no lo conoce, perderá tiempo y dinero al no poder traducir el significado de lo que se le quiere transmitir.

Esta dificultad se incrementa cada día con la invención de idiomas particulares ya no entre ciudadanos de distintos países sino con la invención del código necesario para su debida interpretación, un ejemplo muy claro es el lenguaje cibernético, que tiene códigos. atajos, ´que si el Receptor no conoce, no podrá utilizarlos para descifrar un mensaje. 

El estudiante o profesionista de determinada ciencia, como la medicina, química, geografía y cualquier otra, no producirá conocimiento ni efecto en el receptor del mensaje sino conoce el CÓDIGO en que viene escrito o hablado. Así que es necesario que tanto el Emisor y el Receptor lo conozcan para decodificarlo, provocando así la necesaria retro-alimentación con la reacción o respuesta al mensaje.

            En la actual edad de la comunicación digital es imperativo que las partes que se involucran en la comunicación digital conozcan el código que les permita reaccionar a los estímulos digitales correctamente.

           Así, el Código no es sólo conocer ambas partes el mismo idioma, sino que ambas partes conozcan el significado del Código particular de la misma ciencia.  

En próximas ediciones continuaremos con este tema, tan importante en la vida actual.

(*) Gaby Vargas, comunicadora, Siglo Nuevo. Oct. 2019.
(**) Artista radio y cine.
(***) Capacitador. Conferencia México 2008.