La degradación del sistema político

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Luis Eduardo Enciso Canales.

“La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principios sobre los cuales fue fundado”.
Montesquieu.

El declive de la política ha venido acrecentándose en México desde ya hace varios años y con ello la desconfianza y el descontento de la población a esta actividad, entre otras cosas éste fue uno de los factores que influyó para que se diera una segunda alternancia en el poder, pero esta vez con la izquierda, que dicho sea de paso tuvo que echar mano de personajes vinculados a la derecha y a los grupos conservadores que en esencia representan a los enemigos del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Desde ahí inicia la incongruencia.

Esta crisis de la política se ha acentuado con la llegada de la auto nombrada “Cuarta Transformación” al desestimar las formas y pauperizar el discurso, el presidente se la ha pasado hilando una serie de desafortunadas frases como lo que declaró en Ecatepec al inicio de su mandato, donde dijo que; “no tiene mucha ciencia gobernar”. Eso de que la política es el arte y la ciencia de gobernar no es tan apegado a la realidad; la política tiene que ver más con el sentido común, que es el menos común, eso sí, de los sentidos, mencionó el mandatario federal. También declaró en otra ocasión que el extraer petróleo no tenía ninguna ciencia, he incluso afirmó que es como extraer agua del subsuelo.

Esto sin duda habla de una visión simplista de las cosas que además refleja mucho de su propia persona y sobre todo proyecta un especial deprecio a la formación académica e intelectual, confirma lo que hace poco desarrolló en uno de sus artículos el escritor Juan Villoro al plantear los estudios que realizó James Flynn, filósofo y psicólogo que estudió la evolución de la inteligencia humana. De manera simbólica, el autor de ¿Qué es la inteligencia? Quien murió recientemente cuando diversos especialistas informaban que la capacidad cognitiva estaba disminuyendo. Para comprobarlo, basta ver el elenco de mandatarios que gobierna el planeta y en particular nuestro país.

Pero las consecuencias pueden ser aún más graves, ya que la capacidad de entender el mundo está menguando drásticamente. En 2018, Peter Dockrill informó en Science Alert que un estudio de 730 mil test de IQ, realizado en Europa, reveló que la humanidad alcanzó su pináculo intelectual a mediados de los años setenta. A partir de entonces vamos cuesta abajo y para muestra basta un botón. En las últimas elecciones y en especial en ésta que está por concluir, hemos visto desfilar en las redes y medios electrónicos un sinnúmero de improvisados habilitados como políticos.

De las “estrategias” ni hablar, unos bailan, otros cantan, cuentan chistes, se pelan con palabras altisonantes con el primero que los provoca, pero además la mayoría no logran hilar un discurso articulado y congruente, la facilidad de palabra brilla por su ausencia, lejos quedaron aquellos grandes oradores que hacían que auditorios completos se pusieran de pie para aplaudirlos, hoy todo eso quedó en el pasado, las ideas también están en desuso y la era de la estupidez a sentado sus reales, claro que con la ayuda de las redes sociales que todo lo convierten en meme o video de baja producción y contenido, que deja mucho que desear, dirigido a un público igualmente idiotizado incapaz de llevar a cabo traducciones elaboradas que impliquen el procesamiento de datos duros.

La 4T abrió la puerta para que artistas del espectáculo, exfutbolistas, empresarios, y personajes de estratos alejados de la política y sin ninguna experiencia, ni trayectoria en este medio se suba fácilmente a senadurías, diputaciones, presidencias municipales y gubernaturas. Pero qué podemos esperar si el propio jefe del ejecutivo desprecia la formación política. Apenas el pasado 14 de febrero, dijo que ya basta de estar haciendo análisis de la realidad sin transformarla. Puro experto, puro diagnóstico, pero no se hace nada por cambiar las cosas, afirmó.

Como consecuencia de esta postura, la improvisación parece ser el nuevo signo de los tiempos. Los proyectos de infraestructura, la extinción de dependencias o entidades gubernamentales, y en general las decisiones más polémicas del actual gobierno lopezobradorista, tienen en común la ausencia de diagnósticos, estudios o evaluaciones. No es de extrañarse, pero sí de preocuparse, que en consecuencia la calidad de los candidatos vaya en picada, las propuestas inexistentes, repetitivas, alejadas de la realidad y de la ciudadanía.

Es ya casi un lugar común reconocer el desprestigio actual de la política, de los partidos y de los políticos. Una primera manifestación de este desprestigio es el rechazo sistemático, que se expresa en afirmaciones como “todos los políticos son iguales”, “se representan solo a sí mismos”, “no luchan por ideas sino por prebendas”, “se han alejado de la gente”. Hay en estas expresiones de rechazo un fuerte componente ético, que descalifica a los políticos de manera personal y, por extensión, a la política en general. Es obvio que no se trata de regresar al pasado, se trata de una depuración, de un equilibrio entre fuerzas en donde prive un elevado nivel de debate, donde la profesionalización de la política sea tomada en serio y dejemos de tener candidatos improvisados.  

luis_enciso21@hotmail.com