El general Alejo González aboga por la viuda de Hilario Delgado

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Rigoberto Losoya Reyes.

El general de Brigada Alejo González González solicitó a don Venustiano Carranza la devolución de la red telefónica que pertenecía por derecho a la viuda de don Hilario Delgado y que  había sido requisada durante la revolución constitucionalista, misma que afectó también a otros empresarios y comerciantes en Piedras Negras, Coahuila.

Cuando el señor gobernador del estado de Coahuila, don Venustiano Carranza llegó a Piedras Negras, (Coahuila), para organizar la revolución constitucionalista, después de haberse firmado el Plan de Guadalupe, en la Hacienda del mismo nombre, no contaba con los recursos económicos suficientes para hacer frente a los gastos que un movimiento militar requiere, por lo que solicitó la colaboración y aportación de los comerciantes, y uno de ellos, don Hilario Delgado, resultó afectado directamente, porque su compañía de teléfonos fue requisada por el movimiento constitucionalista y cuando éste triunfó al año siguiente, ya no se le regresó y siguió siendo administrada por el gobierno.

Don Hilario, junto con su familia huyen a Eagle Pass, Texas donde vivieron con estrechez económica.

Don Hilario era muy apreciado por la comunidad y había sido presidente municipal y tenía un prestigio de ser todo un caballero.

En el año de 1912, formó parte del Comité Pro Damnificados de la inundación para reunir fondos y apoyar a los vecinos afectados, pero esta trayectoria de filántropo no le sirvió para evitar que se le expropiara su empresa telefónica.

Cómo alcalde se le recuerda por haber construido el palacio municipal, inaugurado en 1899. Además, era propietario de una casa comercial dedicada a la venta de maderas.

Una carta escrita por el general de Brigada don Alejo González, fechada el 13 de octubre de 1916 fue dirigida a don Venustiano Carranza, donde intercede a favor de la viuda del señor Delgado, para que se le regresara la administración de su red telefónica que controlaba el gobierno del estado y fundamentó su petición que era necesidad para solventar la subsistencia y educación de sus hijas. La petición fue denegada.

Don Hilario, falleció en la vecina población de Eagle Pass, Texas, desterrado y arruinado por el gobierno constitucionalista cuya política era precisamente la «legalidad». Don Hilario vivió en carne propia lo que significaba el verbo «carrancear».