PIEDRAS NEGRAS A FINALES DEL SIGLO XIX

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Rigoberto Losoya Reyes.

Un documento sumamente raro y único, impreso el 19 de marzo de 1890, escrito por el historiador Amado Prado nos ha permitido rescatar información sumamente valiosa acerca de la vida política, social y económica de nuestro municipio que en esa época se llamaba “Ciudad Porfirio Díaz”, denominación impuesta en diciembre de 1888, cuando la villa de Piedras Negras, se elevó al rango de ciudad. La citada publicación cita algunos directorios y datos financieros de la aduana fronteriza. Para los historiadores puede resultar una fuente de información significativa, especialmente porque del siglo XIX, no hay suficientes datos. Cita el autor que, esta municipalidad estaba compuesta de una congregación denominada “El Moral” y veinticinco ranchos.

Ferretería propiedad de un ciudadano francés en ciudad Porfirio Díaz

En cuanto al registro civil, en el año de 1889 se registró: 191 Nacimientos, 209 defunciones, y 54 Matrimonios. Otro dato interesante fue el de población, según el censo, en la ciudad de Porfirio Díaz, se reportó un total de 6,154 habitantes, de los cuales 3,183 eran hombres y 2,962 mujeres, declararon saber leer 3,842.

Un aspecto sobresaliente es que, en esta localidad fronteriza, residían 560 norteamericanos 109 españoles, 92 alemanes, 42 franceses, 24 chinos, 18 ingleses 18 y 8 rusos. Toda una población cosmopolita, y es que esta ciudad vino a significar el sueño mexicano para los extranjeros que llegaban en busca de fortuna gracias al comercio exterior. Más de una veintena de casas comerciales se dedicaban a la importación de todo tipo de mercancías y sus propietarios eran algunos extranjeros, mayormente norteamericanos.

La ciudad se encontraba en pleno apogeo económico. El municipio a partir de 1889, inició obras de mejoramiento urbano, como la instalación de cuarenta bancas de fierro colocadas en la Plaza “Hidalgo”. Un kiosko y treinta y seis farolas o iluminarias. Se mejoró la calzada “4 de Abril”, y se compró un terreno para destinarlo a una plaza pública.

Se plantaron árboles en la plaza principal (Hidalgo) y se anunció que, a la brevedad, la luz eléctrica reemplazaría al alumbrado que actualmente se usaba en la ciudad. En 1890, quedaría terminados los trabajos de entubación de aguas para el consumo de la ciudad. La educación elemental fue un renglón importante para las autoridades locales.  En 1890, funcionaban en la ciudad, seis escuelas tres de niños y tres de niñas a donde asistían en promedio 700 alumnos: cuatro de estos planteles se ubicaban en la cabecera del municipio y dos en la congregación “El Moral”.

El historiador Amado Prado, cita también en el impreso que al sur de la ciudad se estaba construyendo un gran edificio para la aduana fronteriza del puerto y oficinas federales quedando presupuestada dicha obra en trescientos tres mil pesos.