MÉXICO ATRAPADO EN UN PROYECTO DE PODER PERSONAL Y POPULISTA

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Jorge Arturo Estrada García.

“Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro
la enfermedad es casi incurable”.
Voltaire.

“Tenemos por tanto que reclamar, en nombre de la tolerancia,
el derecho a no tolerar la intolerancia”.
Karl Popper.

Los votos del 2024 serán producto del resentimiento o del aspiracionismo. Vendrán desde el rencor o desde los sueños de superación de los mexicanos. Serán votos de castigo al presidente López Obrador y a su forma de gobernar, o sufragios para impedir el regreso de los prianistas, que acapararon el poder por décadas. Con los candidatos ya perfilados, millones de ciudadanos cruzarán la boleta por el menos peor. Es un momento difícil, para nuestra frágil democracia. Es una etapa, que evidencia que la clase política nacional es tóxica. Y, que estamos atrapados en un proyecto de poder, personal y populista, incapaz de generar progreso y calidad de vida.

Vivimos en un país agobiado por la violencia. Que avanza entre tumbas, desaparecidos y a tropezones. Que carga con más de un millón de muertos, por homicidios, pandemia mal manejada y por el sistema de salud desmantelado. Por un gobierno concentrado en destruir contrapesos democráticos y reconstruir la dictablanda del PRI ancestral.

Cada día, somos testigos de cómo Andrés Manuel López Obrador, ha implementado su sucesión desde el poder. Ya atacó y logró debilitar al Instituto Nacional Electoral, al Poder Judicial y a la libertad de expresión. Así, el mandatario ha ido pavimentando el camino para elegir a su sucesora, a la persona que consideró más manejable. En un intento final de consolidar un poder transexenal.

De igual manera, ha sacado provecho de los múltiples errores y titubeos de los opositores. Él sí, ha sabido controlar los imprevistos. Además, ha manejado con mano de hierro a su partido. Uno a uno, ha ido reduciendo el tamaño de los calefactos morenistas, a cada uno lo sometió con rudeza.  Ahora los hace comparecer como el dream team de Sheinbaum. Un equipo de tipos con poco prestigio, escasa base social, doblados por el mandatario y ya muy rancios políticamente.

Por su parte, a sus adversarios los fue demoliendo, sistemáticamente, por diversos frentes, impidiendo que crecieran en las percepciones de públicos amplios. Durante semanas, desde Palacio Nacional, se ordenó a los medios de la capital del país “silenciar” e invisibilizar, a Xóchitl y las televisoras, radios y diarios obedecieron.

Simultáneamente, la estrategia de desacreditar a las encuestadoras ha ido dando resultados. Se les solicitó que dieran cifras con amplias ventajas para Claudia y nulo crecimiento para Gálvez y cumplieron su cometido. Luego, la comentocracia dócil se manifestó de acuerdo con esos numeritos y los replicó. En este momento, ya nadie tiene certezas acerca de cómo va la contienda en las percepciones ciudadanas. Se va cocinando la percepción de que “este arroz ya se coció”, entonces la ventaja de Sheinbaum sería definitiva.

Simplemente, las encuestadoras cayeron en la trampa de López Obrador. Tantos años se ha dedicado a desprestigiarlas que ya están sometidas. Muchos años de indicarles, cómo le gustan las encuestas para disfrazar sus dedazos en las elecciones internas de Morena las aleccionaron. Ya 24 entidades son morenistas y son decenas de ayuntamientos guindas, contratándolas para validarse propagandísticamente en sus reductos. Esto ha generado que sean consideradas como dóciles y poco confiables, ante la opinión pública. Siempre, parecen muy dispuestas a encuestar en los sectores en donde Morena está sobrerrepresentado. Así se mantendrán operando y evitando la quiebra.

Así lo hicieron en las encuestas de Claudia Sheinbaum, en el proceso interno morenista, según denunció Marcelo Ebrard. De esta forma, sus cifras no concuerdan con las pocas empresas demoscópicas que se han librado de ser Morena-dependientes. Que son las que más acertaron, en las elecciones del Estado de México al contrastas los votos reales con las mediciones.

En el caso del Edomex, desde meses antes de la jornada electoral, en donde pese a publicar ventajas de 30 puntos en favor de Delfina Gómez, los votos en las urnas marcaron una diferencia del ocho por ciento y un abstencionismo alto, del 50 por ciento. Fue un proceso en donde predominó el acarreo morenista y la traición del gobernador Alfredo del Mazo. Nadie predijo una contienda disputada y no hubo entusiasmo, ni votos. AMLO se anotó una importantísima victoria.

Por lo pronto, en este momento, su proceso de sucesión ya lo resolvió, el presidente. Ahora, Andrés Manuel, avanza en sus planes de consolidar un Maximato. El poder es su pasión y no quiere soltarlo. Ya tiene el camino más despejado dentro y fuera de su partido, rumbo al superdomingo del 2024. Ya solamente, le falta ganar las elecciones en sus propios términos, la presidencial y la del poder Legislativo. Tal vez, para Morena, varias gobernaturas más serán menos problemáticas de conquistar, ante el desorden opositor.

Al cierre de su período, López Obrador gobierna con desplantes. Desde su soberbia, demuestra poderío en el ocaso del sexenio. Sin embargo, las tragedias se acumulan entre los mexicanos. Su gobierno ha sido ineficiente y tóxico en varios sentidos.

El Maximato está en marcha. El presidente mete el acelerador para mantener el poder. Le heredará una parte a Claudia, si gana; pero la base social y la devoción la mantiene el tlatoani. No será fácil que suelte el poder, no hay nadie de su estatura, aún. Veremos.