LOS JÓVENES Y LA CLASE MEDIA PUEDEN MANDAR A AMLO A SU RANCHO

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Jorge Arturo Estrada García.

“Un pensamiento que se estanca es un pensamiento que se pudre.”
“No puede volver a dormir tranquilo aquel que una vez abrió los ojos.”
Frases de los muros de la Sorbona. Mayo de 1968.

Ya sin autoridad moral. Con su prestigio personal desvanecido por la corrupción que envuelve a su gobierno. El presidente, López Obrador, se prepara para una elección cerrada. Sus cuentas ya no le salen. Andrés Manuel, está nervioso e inseguro de la victoria de su candidata. Él comprende que los eventos de Claudia Sheinbaum son artificiales, de mucha escenografía y acarreos, nada que ver con los suyos y los de Cuauhtémoc Cárdenas, verdaderos llena plazas, generadores de euforia. Así, en sus planes está germinando un escenario de protestas. Habla de un “golpe de estado blando”. Los organismos electorales, están semiparalizados. Están desgastados. Son tibios y sin personalidad, no están a la altura del momento histórico. No pueden contener al poderoso presidente. A la democracia mexicana le hacen falta refuerzos.

Como todo político surgido del PRI, lo suyo no es la democracia. A Andrés Manuel, le gusta jugar con las cartas marcadas y ha diseñado una elección de estado para el 2024. Es decir, un proceso con alto abstencionismo, en donde su voto duro, acarreable, se imponga. Es evidente que la democracia está en riesgo, AMLO es un peligro, ya la va destruyendo.

Las cosas, cada vez, se ponen más intensas. También, más interesantes. La gente de mayor edad, de clases medias, trata de impedir que el tabasqueño construya su Maximato. Sin embargo, ya requieren el apoyo de los jóvenes, tan ausentes de los escenarios políticos, este 2 de junio ante las urnas.

En la actualidad, los jóvenes de menos de 40 años han disfrutado de la democracia desde la primera vez que se presentaron a votar y la dan por un hecho. A ellos, no les tocaron los grandes fraudes electorales del Partido Revolucionario Institucional, a lo largo del siglo 20. Tampoco, les ha tocado luchar por ella. Solamente algunos, de estos jóvenes, fueron testigos de la alternancia, que llegó apenas en el año 2000. Cuando, el entonces líder emergente, Vicente Fox sacó al PRI de Los Pinos, apoyado en la clase media. Los jóvenes, son los grandes ausentes de la democracia actual.

En el año 2018, con una elección que generó expectativas especiales, por el enorme repudio al tricolor y la esperanza del cambio, a la izquierda, que representaba el terco tabasqueño, la tasa de participación fue del 63.4 por ciento. Sin embargo, los jóvenes no se sumaron a ese momento histórico.

Así, el segmento de edad en el que la tasa de participación fue la más baja, fue el comprendido entre los 20 a los 29 años, con una participación del 53 por ciento. Es decir, 10 puntos por debajo del promedio. El de 19 años, estrenando su credencial, solamente aportó el 57 por ciento; luego, los de 30 a 34 años, con un 58 por ciento. Esto es, que todo el sector de 19 a 34 años tuvo una tasa de participación que en promedio apenas alcanzó el 54.7 por ciento, casi 9 puntos por abajo del promedio nacional. Ellos no fueron el factor de cambio.

En días pasados, el discurso de una legisladora española, Cayetana Vázquez, del Partido Popular, que es la derecha moderada de aquel país, cimbró a los “izquierdistas”, exprianistasprd, que integran morena y que disfrutan de las mieles del poder a manos llenas. Los llenó de furia.

Su mensaje estuvo bien articulado. Criticó a los abrazos que se reparten a los que dispararon balazos asesinos a más de 180 mil mexicanos, en más de cinco años. Un homicidio cada 15 minutos, en promedio. Sin embargo, lo que más caló de su mensaje fue que invitó a los jóvenes a rebelarse y a constituirse en factores de cambio.

Cayetana, les recordó a los jóvenes el papel social que deberían adoptar. Les pidió no evadir las noticias. Los conminó a enterarse de la vida política y social mexicana e involucrarse. A tomar al destino en sus manos y a convertirse en factores de cambio. En pocas palabras, los conminó a abandonar la comodidad de ser receptores pasivos y convertirse en actores. En suma, a dejar esa indiferencia en la que las redes sociales te domestican.

Entonces, una periodista joven, historiadora y diputada de la derecha española, que no vivió la dictadura franquista, pero que sí aprendió a repudiarla, defiende el valor de la democracia y llama a los jóvenes a ser rebeldes. Clarifica cosas y enfurece al grupo en el poder.

Tal vez, es momento de recordar que esta frágil e imperfecta democracia de la que gozamos tuvo su embrión en los movimientos de 1968, los que cimbraron a gran parte del mundo occidental, el siglo pasado. Esos jóvenes rebeldes, del 68 mexicano, cambiaron al país. Así, a medida que maduraban fueron rompiendo al sistema totalitario priista, por muchos flancos. Estos jóvenes que se comunicaban con volantes impresos clandestinamente, que hurgaban en los diarios y revistas por noticias y opiniones que alimentaran sus ideales y esperanzas de cambio, conquistaron espacios y lograron objetivos cada vez mayores.

Fueron esos millones de voces, y las de las generaciones posteriores, las que a medida que se hacían escuchar, las que fracturaban a la dictablanda a lo largo de las décadas. Las que a medida que votaban, y creaban partidos, y que resonaban en calles y plazas, lograron la democracia mexicana. Tan defectuosa, tan llena de reglas anti-trampas.

Apenas son 20 años de alternancia democrática. Pero, ya se ha demostrado plenamente la efectividad del mecanismo. También, se ha evidenciado, la inmoralidad de la clase política nefasta que intenta destruirla para quedarse en el poder.

Entonces, esos mismos, en la actualidad veteranos desgastados y canosos recogen la estafeta y están en pie de lucha de nueva cuenta. Son los que por cincuenta años pugnaron y lograron echar del poder al poderoso PRI, hasta dejarlo casi extinto. Son los que llevaron a los persistentes panistas a Los Pinos y luego los sacaron. Son esas mismas clases medias, que México construyó, las que metieron a López Obrador al Palacio Nacional.

En estos momentos, esas mismas voces son las que reclaman en las calles y plazas, la salida del tabasqueño y el fin de su gobierno de fracasos y tumbas. Aunque, en esta ocasión, tal vez ya los veteranos no basten y se requiera que los jóvenes se sumen. Se requieren hijos y nietos rebeldes, decididos y enterados.

Asimismo, otra vez los espacios en los medios se van cerrando desde el poder. Otra vez, la demagogia manda y nos conducen a una elección de estado. Estamos ante la construcción de un Maximato. Ha llegado el momento de pedir refuerzos. Se requieren mayores ímpetus juveniles para detener a los planes de AMLO. Las cosas se complican, son más interesantes cada día. Más intensas. Veremos.