- El Partido Revolucionario Institucional, da la impresión de que está próxima su desaparición.
- Permea el riesgo de repetición de escenarios vividos por los mexicanos.
Pascacio Taboada Cortina.
En los tiempos actuales, los mexicanos nos hemos convertido en espectadores de las barbaridades de un gobierno que no acaba de marcar el rumbo del desarrollo económico, político y social del país, ni se espera que lo haga en el breve espacio de año y medio que le resta.
Mientras esto ocurre, el partido político que nació al término de una revolución que se alargó más de lo previsto; que marcó la pauta del desarrollo de México por más de 70 años, el Partido Revolucionario Institucional, da la impresión de que está próxima su desaparición del mapa político, no por la competencia con otros partidos, sino por intereses internos mezquinos.
Entrado el quinto año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, su administración transcurre en un desbarajuste institucional: un gasto público desbocado –por corrupción y malas decisiones—una economía con tendencia al endeudamiento público, y la pobreza progresiva de la población.
Por estas razones, no se augura un cambio de gobierno suave, sino que permea el riesgo de repetición de escenarios vividos por los mexicanos, después de tres transformaciones marcadas por guerras, fusilamientos de dirigentes y asesinatos a mansalva. Eso ocurrió en los movimientos de Independencia, de la Reforma y de la Revolución Mexicana.
Los actuales dirigentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) enfrentan serios problemas de identidad. No encuentran la forma de ponerse de acuerdo para competir democráticamente, empezando por su presidente, Alejandro Moreno, amenazado por las Fiscalías Federal y del Estado de Campeche, entidad que gobernó, por malos manejos de bienes y recursos económicos durante su gestión como gobernador de ese estado. Lo acusan de “enriquecimiento ilícito”.
Los ex presidentes del PRI han sostenido reuniones con Moreno, a fin de convencerlo de que no puede seguir como dirigente del partido que gobernó
México por más de siete décadas, y que ahora mismo está en la disyuntiva de convertirse en candidato a la Presidencia en el próximo periodo, o ir a la cárcel por fraudes.
Para los electores, actualmente el PRI no está en las mejores –más bien, está en las peores–condiciones de competitividad. El coordinador de los priistas en el Senado (11 en total) Miguel Ángel Osorio Chong, renunció a ese puesto, por división interna del grupo de legisladores, por la sencilla razón de discrepar con el presidente de su partido.
Seguramente todos los priistas y ex priistas, están de acuerdo en que el voto de ocho senadores en contra de su compañero Osorio Chong, están ofreciendo en “charola de plata”, las gubernaturas de Coahuila y Estado de México, a otros candidatos que no son del PRI. O sea, escogieron el peor momento para “hacer a un lado” a su compañero Osorio, y votar a favor del lugarteniente de Alejandro Moreno, Manuel Añorve Baños.