Jorge Arturo Estrada García.
“La historia del mundo es la suma de aquello que hubiera sido evitable”.
Bertrand Russell.
“Si por ser honesto, por actuar con responsabilidad social y luchar por la vía pacífica me acusan de populista, que me apunten en la lista”.
Andrés Manuel López Obrador.
Donald Trump va en serio. Él negocia desde la fuerza. En menos de un mes, en la Casa Blanca, puso contra la pared al soberbio gobierno morenista. Cuando López Obrador se sentó en la Silla del Águila, también la vida política de México se cimbró. Ahora, el Plan C dictado por AMLO, e implementado por la presidenta Claudia Sheinbaum, ya rompió el régimen democrático e impone uno autoritario. Sin embargo, en este momento, el proyecto de poder, de Andrés Manuel, está siendo sacudido desde el extranjero. En Washington, dictan más balazos y menos abrazos, y el Palacio Nacional obedece. La eficiencia gubernamental es cuestionable, pero el sometimiento es evidente. Irrumpe Trump, sacude al mundo y nos lleva de encuentro.
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Con base en traiciones y pactos inconfesables, Andrés Manuel, se ha hecho del poder casi absoluto del país. El tabasqueño le cambió el rumbo a México y aplastó a la oposición, hasta casi disolverla. No obstante, este poderío interno parece insignificante ante los desplantes del nuevo inquilino de la Casa Blanca, que quiere remodelar al mundo; y coloca a los líderes, de todos los continentes, en estado de alarma.
El gobierno mexicano se revela impertinente en el discurso, pero obediente en los hechos. Los problemas de México le dan oportunidades a Trump para lucirse ante sus electores. Así, los planes de ese mandatario complican los de AMLO. Hay quien dice que el tabasqueño quedaría atrapado en las batallas anti-cárteles mexicanos declarados como organizaciones terroristas por los estadounidenses.
Por lo pronto, el gobierno morenista, envió un grupo de 29 personajes de los cárteles a manera de ofrenda. En Palacio Nacional, se perciben alarmados por las acciones estadounidenses, que podrían ser más intensas en materia de seguridad y por las potenciales consecuencias económicas, eso lo iremos conociendo.
Para el gobierno federal, complacer a Trump se ha convertido en la prioridad. Las ofrendas están entregadas. A cambio de qué, lo veremos más adelante.
Desde que asumió el poder, el presidente norteamericano amenaza con torpedear nuestra economía, tan dependiente del T-MEC. La situación es difícil. El gobierno de Sheinbaum heredó una enorme crisis financiera, que puede aumentar drásticamente. El crecimiento del país se ha estancado, los pronósticos para el 2025 son negativos. La producción de petróleo es la más baja en 50 años con solamente 1.3 millones por día, Cantarell está agotado. Es la peor situación en la historia de Pemex, está prácticamente en quiebra, tiene una deuda de más de 100 mil millones de dólares. Ya es un enorme lastre para el gobierno.
La construcción del poderío morenista, con base en la tolerancia con la delincuencia, se convirtió en una amenaza, de inseguridad y de migración intensa, que se colocó en el primer lugar de la agenda del candidato Trump. Y, en una prioridad para el arranque de su gestión.
Por lo pronto, se perciben varios frentes vulnerables. El nearshoring, en México, se desvanece ante los deseos de Trump para que las nuevas inversiones productivas, para el mercado estadounidense, se instalen en Texas, o en otros de sus estados. Así rápidamente las armadoras y las empresas tecnológicas pasaron a la expectativa, repensando sus planes de expansión.
Adicionalmente, las exigencias trumpistas están rediseñando el modelo que consolidó el poder de López Obrador. Los abrazos disminuyen y los balazos aumentan y decenas de los líderes de los grupos de traficantes ya están en cárceles del vecino país. El tráfico de personas para internarlas a los Estados Unidos disminuyó drásticamente, en menos de un mes de discurso agresivo desde la Casa Blanca.
No obstante, el expresidente tabasqueño, persiste en sus planes sucesorios y su hijo Andrés Manuel López Beltrán puntea la lista, al mismo tiempo que realiza maniobras políticas con sus legisladores afines. AMLO es incansable en sus proyectos políticos.
En tanto, la apatía de los mexicanos transita entre sus agobios para completar sus gastos cada quincena. Sus angustias se calman, momentáneamente, cuando el dinero de las Becas del Bienestar aparece en sus cuentas. La mitad de los mexicanos está en la pobreza y en la informalidad. Mientras, el grupo en el poder redondea sus proyectos transexenales, destruyendo el Estado de Derecho, los contrapesos democráticos, los organismos ciudadanos autónomos y los sueños de libertad, democracia y progreso, de varios millones de baby boomers y de los milenials,
Así, evadiendo noticias, las nuevas generaciones también se quejan de los problemas que enfrentan, desconcertados. Mientras, México se encamina a una crisis financiera de dimensiones y alcances inciertos. Los que crecimos sorteando las crisis recurrentes, en medio de las luchas personales de movilidad social, todavía ocupamos tiempo en informarnos y en tratar de mejorar las cosas.
Donald Trump sacude al mundo. Impone su voluntad desde la fuerza. Es una época interesante. Hasta en el populismo hay niveles. Veremos.