El futuro del país está en juego

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Jorge Arturo Estrada García.

En política suponemos que todos los que saben cómo obtener votos saben cómo administrar una ciudad o un estado. Cuando estamos enfermos … no pedimos al médico más guapo, ni al más elocuente.
Platón.

Morena, con su atropellada forma de hacer política, invade el panorama electoral de Coahuila. El PRI ha recuperado orden y poderío, pero muchos de sus candidatos no son sobresalientes. EL PAN llega a las elecciones con el partido en ruinas.  Las dirigencias de los tres partidos más grandes carecen de buenos liderazgos. Los escenarios políticos nacionales y locales son volátiles. Como siempre, ganará quien cometa menos errores y quien trabaje más. De nueva cuenta, la estrategia obradorista será el desprestigio del INE y los escándalos mediáticos,

Saltillo y Torreón presentan las contiendas más interesantes en lo local.

Los escenarios nacionales impactarán en lo local indudablemente. Las enormes crisis de salud y económica que agobian a los mexicanos, cada vez más, por supuesto que influirán. El súper domingo de junio 6 podría estar inmerso en la tercera gran ola de contagios o en la apatía del electorado, o en ambos. Tal vez hasta se podría estar vacunando masivamente a la población en general, en esa época. La incertidumbre es la constante en este 2021 y además la clase política mexicana es más cínica que nunca. Lo que ya es mucho decir.

Saltillo y Torreón presentan las contiendas más interesantes en lo local. En la perla de La Laguna la contienda parece que será entre tres: Marcelo Torres Cofiño; Luis Fernando Salazar, o quien quede, podrían obtener muchos votos “chairos”, y Román Alberto Cepeda, quien se volvió competitivo con el empuje del resucitado PRI torreonense, gestionado por la dupla integrada por Samuel Rodríguez y Eduardo Olmos.

En la capital, la disputa será solamente entre dos: Chema Fraustro, con el respaldo de una maquinaria priista bien aceitada, y Armando Guadiana cobijado con la inercia nacional de AMLO y la experiencia de dos campañas estatales intensas, una de ellas ganadora. El PAN de Rosendo Villarreal, en Saltillo se fue por su ex sobrina política, Tere Romo, renunciando a competir seriamente por un triunfo. De todas maneras, el panismo saltillense no tiene cuadros destacados ni nadie que se anime a competir por sus colores. Mientras no se vayan él ni Ernesto Saro, el blanquiazul seguirá perdiendo elecciones.

Cada grupo político y cada personaje, independientemente de la franquicia con la que se cobije, va sobre sus objetivos propios. Desaparecidas las ideologías y la verdad, los partidos y los políticos se convirtieron en fábricas de mentiras en la era de la posverdad y las redes sociales.

Cada vez es más fácil contactar y contagiar a los tontos útiles, las redes y bots los atrapan para usarlos en favor de los bandos en pugna. La misma vieja historia, siempre habrá quien luche las batallas de los generales a los que ni conocen ni te conocen. Por cosas que ni comprenden.

El presidente López Obrador, es quien tiene la mayor apuesta sobre el tapete. Él, requiere ganar la Cámara de Diputados, y así, poder pavimentar el camino para su cuarta transformación hacia el final del sexenio. En lo nacional el morbo estará en ver si el presidente logra obtener la mayoría simple o calificada. Andrés Manuel intentará barnizar con su carisma y arrastre a los candidatos morenistas, es muy incierto anticipar si lo logrará. Además, su magia no alcanza por igual en todas las entidades de la república. Sin embargo, es un hecho que las urnas se ganarán y se perderán en lo local en esta elección. Está claro que los intereses mayores son nacionales, pero en las elecciones intermedias, lo local manda. Con mayor razón si van tan mezcladas con gubernaturas y presidencias municipales. Será un proceso interesante para los politólogos.

Por lo pronto, AMLO sigue dedicado en desgastar y desprestigiar al Instituto Nacional Electoral. Como siempre, intenta vacunarse ante la posibilidad de derrotas y prepara sus coartadas para gritar fraude. Él mismo no se percibe muy seguro de obtener resultados arrasadores. Es más soberbio que de costumbre, pero se le percibe preocupado.

Él persiste en su tarea de someter al Poder Judicial y regresar a los tiempos del PRI clásico, del presidencialismo omnipotente, del que siempre soñó formar parte y del que fue expulsado por los neoliberales, Chicago Boys, egresados de postgrados en el extranjero.

Con la maniobra de Manuel Barttlet en 1988, que permitió el ascenso de Carlos Salinas de Gortari, Andrés Manuel y sus sueños políticos, se percataron de que no tendrían cabida en ese nuevo PRI que surgía y que modelaba un nuevo país más moderno y conectado. Ese modelo del país lo dejaba atrás, rezagado y desechado. Ahora, tiene la oportunidad de regresar a México a su visión de país construido sobre los cimientos viejos de los héroes de la independencia, la reforma y la revolución, un México que atienda y traiga justicia social a los 50 millones de pobres que hemos acumulado en 200 años de país.

También, está cobrando viejas afrentas y persiguiendo adversarios políticos. Él, prosigue en su tarea de doblegar a sus adversarios en todos los frentes que tiene abiertos. No tiene enemigos consolidados pero cada vez más emprende nuevas batallas. Para “corregir” los acuerdos con los que anteriores administraciones favorecieron a las grandes empresas con “contratos leoninos”, usa su tribuna mañanera y la información confidencial a la que tiene acceso para convencerlos de que se rompan los contratos y que se hagan unos nuevos a su gusto, o de plano que ya no se hagan.

La pandemia sorprendió al presidente y reveló sus carencias. Nunca quiso atender la emergencia sanitaria debidamente, tampoco le puso interés la obtención y aplicación de vacunas. Actualmente vamos en camino a acumular casi el medio millón de muertos, entre oficiales y no reportados. Todo eso registrará la historia del presente sexenio. Enormes fracasos y pocos avances.

En Coahuila, el gobernador quiere ganar los municipios grandes de la entidad, que con excepción de Saltillo están en poder de la oposición. Ya logró su meta inicial, el año pasado, recuperando la mayoría en el poder legislativo.

Esta elección marca la señal de arranque, del último tramo, para los aspirantes al Palacio Rosa. Ya todos los calefactos han ido tomando sus posiciones. Para cada uno de los que participan en este proceso es indispensable ganar sus respectivas elecciones para no quedarse en el camino.

Marcelo Torres, Jorge Zermeño y Alfredo Paredes son los panistas que persisten en la carrera por la candidatura, saben que si pierden, en junio, sus proyectos se descarrilarán.  Por Morena, Claudio Bres, Luis Fernando Salazar y Armando Guadiana también deberán salir victoriosos o se quedarán en el camino. Por el PRI, para Chema Fraustro una victoria le abriría una gran oportunidad, para Jericó Abramo regresar a la senda del triunfo lo reposicionaría como contendiente. Eduardo Olmos, ya está instalado en la terna, Manolo casi entra, pero si Guadiana gana y le examina las cuentas de cuatro años de alcalde de Saltillo, y encuentra algo, pasaría por momentos muy difíciles que podrían entorpecer sus aspiraciones de competir por el Palacio Rosa.

Por lo pronto, seguiremos viendo a un presidente en pie de guerra. Para muchos, las elecciones son cuestiones de fe y no de razones. El profeta lo sabe y lo trabaja cotidianamente. Morena es poderoso en lo nacional pero débil en lo local en la mitad de los estados. El futuro del país está en juego. ¿Se consolidará un presidente todopoderoso o perderá esta oportunidad? Mientras, la moneda está en el aire y el coronavirus también.

jjjeee_04@yahoo.com