Mineros pobres, empresarios ricos, Coahuila y su desastre humanitario

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Luis Fernando Hernández González.

 La responsabilidad social frente al dolor en el suceso catastrófico minero en Sabinas, Coahuila muestra la claridad de sacrificio y muerte a la que son expuestos los trabajadores de esta región del estado.

Esta región tiene su origen e identidad cultural en la minería de carbón desde hace más de 200 años, actividad que ha sido y es el pilar económico para los más 160 mil habitantes que la conforman y que según se aprecia en cifras se da una derrama económica de cerca de 20 mil millones de pesos anualmente

La Región Carbonífera de Coahuila comprende los municipios de Juárez, Melchor Múzquiz, Progreso, Sabinas y San Juan de Sabinas, y concentra el 98% de la producción de carbón en México. El 45% de este valor corresponde a ventas destinadas a la generación de electricidad, mientras que otro 43% se relaciona con ventas para la fabricación del coque utilizado en los procesos de producción del acero. Un 10% adicional se destina a ventas para la industria petroquímica y el 2% restante se consumió al interior de la propia actividad.

La constante de inseguridad a través del tiempo  en este girón de tierra coahuilense ha sido una permanente mala condición para este sector de trabajadores.

Del lado de la oferta, el carbón en esta región es producido por un poco más de 50 empresas productoras. El 73% proviene de empresas grandes, 16% de empresas medianas, 8% de empresas pequeñas y el 3% de microempresas, además un número similar de productores individuales.

Según información recabada por personas que se han desempeñado en funciones de inspección por parte de la secretaría del Trabajo federal, que existen en la región carbonífera  alrededor de 50 pocitos, 25 minas y 20 tajos abiertos, salarios que fluctúan de 5 a 6 mil pesos por semana, más bien las condiciones de seguridad son escasas por  la negligencia de la parte patronal o bien de los concesionarios de la explotación del fondo que estos ahora dependen de la secretaría de Economía federal.    

Importante es lo que nos dice en su libro Alfonso Cárdenas Berrueto (Poncho para los amigos) es un profesionista ingeniero minero, originario de Nueva Rosita Coahuila,  quien en años anteriores a 2010 escribió los apuntes de lo que posteriormente sería una obra editorial,  en la que él,  narra lo mejor de sus vivencias y experiencias en el trabajo de la minería de carbón, propios de su región de origen, al conocer  por su conocimiento las venas y circunstancias que dan sentido a esta  difícil  ocupación de los cautivos de esta región de Coahuila.

Es en su libro “La noche eterna en las minas”, título bajo el cual nos narra en donde su vida estuvo ligada a las muertes y explosiones a esta espinoso actividad al señalar que nadie hace algo, estoy hablando de Federación, sindicatos y empresarios, para hacer la vida de los mineros un poquito más segura, así nos relata como ejemplo lo sucedido en 1969 en Barroterán que estaba a punto de explotar. Lo sabíamos todos, explica. Los trabajos que se llevaba a cabo abajo en la mina no correspondían con los planos que se tenían. No existían planos reales y nos dimos cuenta porque nosotros teníamos que saber por dónde corría el aire. La tragedia ocurrió el 31 de marzo de 1969 cuando, a causa de una explosión que colapsó la misma. Se dijo que oficialmente murieron 153 mineros.

Eventos ulteriores han sucedido en pasta de Conchos, Rancherías y ahora Sabinas, a la  fecha, el panorama no ha cambiado mucho, relata en su visión. Pesan todavía el olvido, las condiciones de mal salario, las precarias situaciones de inseguridad, la de las muertes, el sacrificio a lo que se expone a los mineros en el significado se lo que es la noche eterna en las minas.

La mayor parte de los mineros de la Región Carbonífera están trabajando en las mismas condiciones que trabajaban hace 40 ó 50 años, el pago no es un pago para una vida digna, es un pago insuficiente que solo alcanza para vestir, para comer, pero hasta ahí, a cambio de jugarse la vida todos los días. Y nomás la de ellos, la de sus semejantes unidos a las mismas condiciones de sus familias.

Agrega Cárdenas Berrueto, que lo que falta es una mayor voluntad para generar las condiciones de cambio, incrementando el número de inspectores que observen mayor seguridad laboral en las minas además éstos deben tener la experiencia necesaria para que no lo hagan mal; que se abata la corrupción; se debe privilegiar condiciones de higiene; se deben aumentar los salarios y por supuesto la responsabilidad de seguranza a familiares en casos como estos de desastre y muerte.

Después de este grave suceso humanitario solo resta identificar a los muertos, ya que la parte patronal quedará exenta de daños como ha sucedido siempre, pues estos últimos seguirán obteniendo jugosos negocios al amparo de autoridades federales que en su contubernio alcanzarán ofertando de muerte a la acumulación de su riqueza con estos negocios para ellos lucrativos. 

El rescate de los atrapados en este desastre difícilmente se podrá obtener para tranquilidad de sus deudos, QEPD estos coahuilenses heroicos del trabajo.