GUADALUPE VICTORIA, PRIMER PRESIDENTE DE MEXICO (I)

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Lic. Simón Álvarez Franco

Personaje en cierto modo oculto, porque no se ha encontrado suficiente bibliografía y en los discursos políticos casi nunca se le nombra.

En 2011 autoridades gubernamentales, especialmente educativas del Estado de Durango editaron el libro cuyo único autor, el licenciado en Derecho y Doctor en Historiografía, Don Luis Armando Victoria Santamaría, tataranieto chozno del héroe de la independencia de nuestro país, con el nombre que encabeza este artículo. Para honrar la memoria de su antepasado y dejar constancia para los que nos interesamos en la historia de México y al no encontrar constancias de la vida de nuestro héroe, se dio a la titánica tarea de buscar en museos, bibliotecas públicas y privadas. En archivos religiosos y privados hasta reunir más de 4 mil documentos relativos a su antepasado familiar, formando así el Archivo que llevará su nombre, parte del cual forma este libro de cerca de 700 páginas, imágenes, fotografías, planos y mapas relativos al héroe de la independencia.

A fuerza de honestidad debo admitir ante nuestros lectores que tomaré mi crónica con las exactas expresiones contenidas en ese tal libro, toda vez que no pude conectarme con el autor y que dicho libro carece en su edición del sello oficial relativo al ISBN autorizado por Derechos de Autor, lo que me permite reproducir su contenido sin violar ningún impedimento legal.

Nació en Tamazula, Durango, el 29 de septiembre de 1786 con el nombre de José Miguel Ramón Adaucto Fernández Feliz, pero un año después de su incorporación a la lucha insurgente al lado de José María Morelos y Pavón, adoptó el nombre de Guadalupe Victoria, con el que trascendió en la historia de México.

Desde niño ayudó a sus padres en labores del campo, por un accidente, sus padres murieron juntos, lo que obligó a José Miguel a encargarse de cuidar a sus cuatro hermanos, auxiliado por su tío Agustín que no ponía mucha atención a sus sobrinos por su carácter hosco, además atendía como párroco que era a la iglesia de Tamazula, donde también le ayudaba el pequeño José Miguel.

Como su tío le había prometido enviarlo a estudiar al Seminario de Durango y cada vez que llegaba el plazo para hacer el viaje, el párroco su tío lo aplazaba de nuevo, así una y otra vez, no le quedaba otra opción al adolescente que la fuga. Haciéndolo así, a sus 19 años, con tan sólo una muda de ropa y ocho pesos que le regaló Gertrudis, una de sus hermanas, el chiquillo se lanzó en pos de buscar la educación, hacia la cual con tanto ayudar a su tío pudo comenzar a leer y escribir en latín y español, tomó la ruta de la plata hacia  Durango, auxiliado por unos arrieros y a pie pudo llegar a Canatlán donde descansó y tomó fuerzas para llegar a la ciudad de Durango, donde se asombró de la gran magnitud y enormes templos y mercados de la ciudad, sin embargo su aspecto desastroso y roto lo hizo parecer un vagabundo, por lo que fue detenido por la policía e internado en la cárcel, donde estuvo detenido hasta que suplicó al superior del penal que lo dejara libre para ir a inscribirse,  lo que logró luego de demostrar que sabía latín.

El rector quedó impresionado de su saber y lo contrató como portero del Colegio Tridentino y le permitió estudiar junto con los alumnos, ostentando sus conocimientos, mantuvo bien su empleo y ganaba unos cuantos reales haciendo gala de ayuda a los sacerdotes y realizando algunas tareas a los estudiantes más avanzados que hablaban bien de su disposición, por lo que al terminar su segundo grado, logró que el rector le diera una carta de presentación para su homólogo del Colegio de San Ildefonso en la ciudad de México, así volvió a tomar el camino real y llegar después de dos meses a la Capital del país siempre a pie y comiendo frugalmente y muchas veces durmiendo en cuevas a pesar del peligro consiguiente, forzó su cuerpo con alimentos naturales y su razón para acostumbrar su cuerpo a vivir con la frugalidad y templanza con que lo manejó toda su vida.

Al mismo tiempo que se inscribió en San Ildefonso, también inició estudios de canonista ya que para obtener título en Leyes debería de demostrar su pureza de sangre por lo que acudió a la ayuda de su tío párroco quien, en esta ocasión, quizá conmovido con el tesón y la fe de su sobrino, ayudó a pagar la enseñanza, con cuarenta pesos mensuales que enviaba directamente a las autoridades del Colegio.

Entre 1807 y 1811 aprobó el Curso de Prima, Vísperas y Disciplina Eclesiástica, además se tituló en gramática y filosofía, aquel jovencito deslumbró a los maestros quienes siempre lo ponían de ejemplo.

El rector de la universidad por disposición del gobierno, hizo que sus colegiales sentaran plaza como soldados cívicos (llamados “chaquetas”) y tomaron las armas, formándose un cuerpo brillante entre los que estaba el joven Feliz. Este joven había recibido el grado de Bachiller en Cánones el 24 de abril de 1811 y a los dos días se inscribió en primero de Leyes, también había iniciado sus deberes como Licenciado en Derecho en el despacho del Licenciado Juan Nazario Peimbert, por lo que no es extraño que el bien educado alumno José Miguel haya frecuentado esas reuniones donde se juntaban prestigiados frailes, conocidos abogados y aristócratas en las cuales se comentaban las ideas y la causa común, la Independencia.

Tampoco es raro que José Miguel -inflamado de un nuevo ideal- abandonara sus estudios para incorporarse a las fuerzas de Morelos, tenía 24 años y así se abre el capítulo de su vida como insurgente, que duraría 10 años, las enseñanzas de Peimbert lo condujeron a buscar al Generalísimo Don José María Morelos y Pavón y que luchaba denodadamente contra el ejército realista. Con la misma idea de libertad que él poseía, se hablaba de Morelos que ya había tomado varias ciudades. Que había ganado a pulso el respeto y la admiración de todos los hombres a su cargo.

Surge El Insurgente 1812-1814

Tenía noticias sobre un hombre que al igual que él no soportaba la esclavitud y luchaba denodadamente contra el ejército realista, fue a la búsqueda y encuentro de Morelos con la misma idea de libertad que él poseía.  Morelos y Pavón lo recibió quedándose admirado con la fuerza con que el joven defendía la libertad. Nuestros protagonistas, acompañados de Hermenegildo Galeana y Mariano Matamoros, intentaron derrotar a Calleja, apoderándose de Puebla y Veracruz, iniciando así la toma de Oaxaca hacia donde avanzaron.

      ¡Va mi espada en prenda!

Durante la cuarta campaña, el 10 de noviembre de 1814, Morelos y sus tropas iniciaron la marcha sobre Oaxaca, haciendo creer a los realistas que su objetivo era Acapulco, cuando se dieron cuenta de las maniobras engañosas de las fuerzas de Morelos, ya era tarde esto fue hasta el 24 de noviembre en que el defensor de la ciudad, teniente realista Antonio González Sarabia tomó la decisión de defender su plaza, pero ¡era tarde!

No fue fácil tomar la ciudad, estaba rodeada por un profundo foso ancho e inundado, el único modo era vadearlo y subir el muro que defendía a la ciudad.

José Miguel contaba entonces con 24 años y voluntariamente se puso a la cabeza de su tropa gritando: ¡Va mi Espada en prenda! ¡Vamos por Ella!, se arrojó al foso y nadando llegó a la base del muro, recogió su espada y arañando los adobes subió hasta el filo del muro donde la blandió victorioso; su tropa, animados por el ejemplo de su jefe, se lanzaron a imitarlo, consiguiendo la caída de la plaza. El teniente González Sarabia huyó con algunos guardias, pero fue alcanzado y sometido rumbo a Tehuantepec, donde en juicio sumario fue asesinado junto con su guardia.

Surge el Insurgente 1815-1816 Nace Guadalupe Victoria

Carlos María Bustamante lo describe así: “En Veracruz, en los primeros días los negros insubordinados no esperaban nada bueno del enflaquecido y desmedrado que no creían que sería capaz de sobrellevar las fatigas de la guerra pero él dio muy buena traza para ganarse su afecto, tomó sus modales, se mostró humano e impávido en los peligros para ganarse su afecto, sufría a la par con ellos sus privaciones y helo aquí, amigo de todos los jarochos que lo veían y respetaban como a un hombre extraordinario: lo que decía don Guadalupe (Así lo llamaban) era tan fielmente obedecido y ejecutado en Acazona y Alvarado.         

Decía un pasajero a un negro, “dame las señas de don Guadalupe porque quiero conocerlo y él le respondió: es aquel que lleva en la cabeza de su montura un tasajo de vaca”

Tal era su distintivo de pobreza y humildad honrosa, su machete estaba bien afilado. Yo le vi por primera vez en Palmillas, decía su asistente, y su cama consistía en unos carrizos que formaban un tepextli (tapete), dormía vestido y con espuelas en sus pies, tenía su xacalt, vivía bajo los árboles y en ellos había pasado ardientes calenturas, una de ellas le hizo crisis, presentándose un episodio de epilepsia, es un hombre extraordinario.”

La región de Veracruz tiene algún parecido con la de Tamazula donde nació el ahora coronel y donde adquirió habilidades y formación educativa, pues todas sus arengas, programas, discursos y cartas las escribía correctamente, guardando copia de todo ello, lo cual explica el caudal de información que su descendiente pudo localizar para escribir esta historia.

Adiestraba a sus tropas diciéndoles: “Reunirse para atacar, y dispersarse para vivir; Golpear con violencia y retirarse; Armarse con el armamento que se quita al enemigo; Vivir exclusivamente de la región; Buscar a toda costa el apoyo de los habitantes de la región; Conseguir información oportuna y veraz, y conseguir información de los movimientos que haga el gobierno dentro del área”. Esto nos suena conocido pues coincide con la guerra de guerrillas que desde hace años asola a los países latinoamericanos.

La Guerrilla 1816-1818

            En la carrera de todo hombre la suerte es un elemento importante, de este factor depende el éxito o el fracaso individual. Es casi imposible nombrar a una figura histórica que no haya contado con este factor para convertirse en un gran personaje.

Contaba Guadalupe Victoria a su amigo extranjero George Ward: “ninguno de los jefes insurgentes fue perseguido con tal encarnizamiento por las tropas realistas como Guadalupe Victoria, cuya posición en la provincia de Veracruz era una fuente constante de inquietud para el Virrey. Después de que nombrado por Morelos para tomar el mando en la línea costera oriental (1814), logró cortar casi todas las comunicaciones entre la capital y el único puerto a través del cual se llevaba el tráfico con Europa. Consiguió tal cosa con el apoyo de todo el pueblo veracruzano con la única fuerza que tenía, un grupo de dos mil hombres, pero un perfecto conocimiento del país que es extremadamente montañoso e intrincado, y una influencia ilimitada sobre el espíritu de sus seguidores que compensaban todas sus deficiencias en cuanto al número, convirtieron a Victoria en un corto tiempo en el terror de las tropas españolas. Victoria tenía consigo una guardia pequeña, pero contaba con la simpatía del pueblo que estaba hasta la muerte de su lado”.

He aquí su primera Proclama:

Conciudadanos: Ya se acerca felizmente el inesperado momento de nuestra libertad. El tirano se ve abatido en todas las posiciones de América, en nuestros mares hay vecinos que quieren auxiliarnos a dar el último golpe a su cerviz.

La potencial señora de los mares ha resuelto hace un comercio directo en nuestras costas a pesar de los continuos atropellos del enemigo, más antes vienen a ser hoy para él más síntoma de muerte que más señales de vida.

¿Qué nos falta pues republicanos, sino un ligero esfuerzo para romper para siempre el esclavismo?, ¿las cadenas y grilletes de más de tres siglos? ¿No nos animan de las virtudes del valor y la constancia?, ¿No nos sobran soldados, armas y pertrechos?, pues nuestro es infaliblemente el triunfo con que se corona la heroicidad.

Vergüenza y oprobio eterno a aquellos hombres viles y mercenarios que después de haber sufrido algunas fatigas de la guerra, desertan ignominiosamente de las banderas de la República en el momento de enarbolarlas y cantar hoy victorias. Vuestro general os jura a la faz de la nación y del mundo entero que peleará gustoso al frente de la denodada tropa, satisfecho de que en cada soldado tiene un héroe, en cada acción pronostica un triunfo, valientes oficiales, que os puedes poner como modelo de todos los ejércitos. Signad mis votos y deseos y que vean las naciones todas, que en la mexicana se ven el honor y la constancia.

Guadalupe Victoria.

Los pocos párrafos de esta proclama nos dan ya idea de su pensamiento y sabiduría para emplear el lenguaje en sus justas y correctas medidas.

Dejamos hasta aquí la primera parte, esperando que su paciencia me dé el tiempo necesario para continuar en próxima edición.

Continuará