LA CLASE POLÍTICA NACIONAL APESTA

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Jorge Arturo Estrada García.

El liderazgo requiere cinco ingredientes: inteligencia, energía,
determinación, confianza y ética. El desafío clave hoy en día
es el ejercicio de los dos últimos: confianza y ética.
Fred Hilmer.

No me molesta que me hayas mentido,
me molesta que a partir de ahora no pueda creerte.
Friedrich Nietzsche.

La confianza del inocente es la herramienta más útil del mentiroso. 
Stephen King.

Los traidores están al acecho. En esta ocasión no se atrevieron. Una vez más, quedó en evidencia que no son tipos confiables. Las dirigencias de los partidos están pobladas de gente en la que es imposible depositar la confianza. La clase política nacional apesta y los mexicanos estamos metidos en un tremendo embrollo. Estamos atrapados entre un personaje ambicioso, enamorado del poder, y una clase política nefasta capaz de traicionar a los ciudadanos. Estamos atorados, ya vivimos en un presente de zozobra, y visualizamos un futuro tóxico.

Ya no podemos descuidarnos ni un momento. La calidad de vida de nuestras familias está en juego. El gobierno, de López Obrador, ha resultado malo. Ya se ha manifestado como desinteresado en el desarrollo social armónico, de todos los sectores y todas las regiones. Él, ha privilegiado la creación de una base social con fines electorales. El gobierno, de Andrés Manuel, no ha sido un proyecto social, es un proyecto de rencor y poder. Orientado, fundamentalmente, en ganar elecciones y en aplastar adversarios.

Así, quedamos atrapados entre un gobernante ambicioso y una clase política deplorable. Los ciudadanos somos lentos para reaccionar. La madre de todas las batallas estallará en junio, en el Estado de México. Sin embargo, en el 2024 se luchará en la Guerra Decisiva por la Democracia. Debemos permanecer atentos. El frente opositor se percibe débil, lento y ya va rezagado.

Estamos, frente a un gobernante poderoso. Es un presidente que se niega a soltar las riendas del país. Que se siente, indispensable. Que ya inició, con éxito en muchos frentes, el destazamiento de nuestras instituciones electorales y ciudadanas; y que, además, ataca con fiereza a quienes se le oponen.

La apatía y el individualismo, nos metieron en este bache; en ocasiones votamos y opinamos de política, pero muchas veces no. Con retraso y tropezones llegamos a la alternancia, expulsamos al Partido Revolucionario Institucional, de Los Pinos, luego de más de 70 años de dictablanda. Enseguida, sacamos a los panistas de la presidencia y regresamos con quienes se presentaron como el Nuevo PRI, que resultó una pandilla de políticos corruptos, peores y más descarados que los antiguos tricolores. Algunos de ellos fueron encarcelados, otros andan prófugos y otros negociando impunidades.

La llegada de López Obrador, al Palacio Nacional, fue el estertor de una población harta de equivocarse, y ávida de creer en alguien que prometía soluciones casi mágicas para todo. Que llevaba 18 años en campaña, atacando a todos los que le estorbaban en su camino.

Es época de elecciones y traiciones. Solamente, la rápida reacción de los ciudadanos, a través de distintas plataformas y organizaciones, evitaron que los líderes de los partidos de la Alianza, PRI-PAN-PRD, se unieran a Mario Delgado, de Morena, para favorecer a AMLO para limitar las funciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Esas acciones, legislativas, eran un descarado intento por acotar, aún más la vida democrática del país. La mayoría de los políticos mexicanos, son capaces de todo por salvar su libertad y sus fortunas. Así, lo atestiguamos la semana pasada.

Este 2023, ha quedado demostrado, que los ciudadanos pueden forzar las cosas, lograr cambios y presionar a los políticos. Millones, ya comprendieron que es cuestión de unirse y aplicarse. Cientos de miles participaron, activamente, en las movilizaciones ciudadanas nacionales, del 13 de noviembre de 2022 y del 26 de febrero pasado, que se han convertido en los hechos políticos más relevantes en el país, desde las elecciones del 2021. Sin embargo, no han surgido líderes carismáticos capaces de derrotar al obradorismo. La mayoría de los auto destapados no prenden. Se necesita un fenómeno, que no se visualiza en el horizonte.

Esa intentona contra el tribunal electoral, fue un paso en falso que los retrató en su verdadera dimensión. Alito, está espantado y se decidió por intentar acabar con el TEPJF. Él sabe que La Joya de la Corona, la gobernatura del Edomex, está perdida y que seremos testigos de los estertores del viejo dinosaurio.  Moreno, quiere quedarse al frente del PRI a cualquier costo, para el 2024; le urge el fuero y mantener algo de poder, para poder negociar un futuro personal estable.

Mario Delgado está alarmado, porque podría ser despojado de la presidencia del partido guinda por un fallo judicial, justo en su momento de gloria. De esta forma, también sin pudor alguno, realiza sus jugadas. La madre de todas las batallas, será recordada en la historia política mexicana. También el nombre de sus generales. De los ganadores y los vencidos.

El país atraviesa por turbulencias políticas muy intensas. Las mayores del siglo 21. En la forma en la que se conduzcan los clasemedieros en el Estado de México y en Coahuila, se podrán visualizar de mejor manera los escenarios respecto al 2024. Entonces, veremos a quién le darán sus votos y las cantidades en las que acuden a las casillas.

Actualmente, el Edomex parece perdido para la alianza PRI-PAN-PRD, mientras que el estado norteño parece ganable ante un Morena fragmentado. Los dos aliados tradicionales de la 4T, el Partido Verde y el Partido del Trabajo, traicionaron y compiten con candidatos propios; ambos van al fondo de la competencia, que puntea el aliancista Manolo Jiménez.

El PRI ya está consciente de su derrota en el Edomex. Alejandro Moreno, líder nacional del PRI, ya solamente está buscando salvarse él en lo personal. Por su parte, Mario Delgado, dirigente de Morena, todavía ve la posibilidad de ganar Coahuila, pero sobre todo, el Edomex y así expulsar al PRI del mapa político electoral. Para, de esta forma, dar el paso decisivo, desde ahora hacia el 2024. Y, además, consolidarse como el gran estratega político-militar del ingobernable partido del presidente. Y convertirse en un alfil muy valioso para el 2024.

Las jornadas del primer domingo de junio del 2023, podrían ser escenario de las últimas grandes batallas electorales terrestres. Las maquinarias, que ha construido el PRI por décadas, en ambos bastiones, y las recién fortalecidas y tal vez consolidadas de los guindas podrían ser enfrentamientos memorables. Cada voto se estaría disputando en cada cuadra, en cada barrio. Habrá decenas de miles de electores movilizados por los operadores de sector. Pero, eso solamente sucederá si los tricolores no se rinden por anticipado y entregan la plaza sin luchar.

A lo largo de su historia, y en la mente del priismo actual, solamente cabe la idea de las victorias terrestres. En las que la estructura bien establecida y debidamente “aceitada” gana elecciones, por medio de movilizaciones eficientes. No están acostumbrados a jalar votos mediante el carisma y la propuesta de los candidatos.

Una derrota tricolor encenderá las alarmas, de los opositores al obradorismo. Tal vez, el tricolor se pulverizaría y las deserciones se multiplicarían. Ya sin gobiernos estatales, sin sus presupuestos y sin maquinarias electorales funcionales en las calles, es muy poco lo que ofrecería el PRI.  Sin el dinero del Edomex, el PRI nacional estará perdido. Sin embargo, no faltarán quienes quieran conservar los despojos para usar la franquicia.

En las últimas décadas, los clasemedieros derrotaron al PRI, llevaron al PAN y a Morena al poder en los estados, y posteriormente a la presidencia de la república. Los fueron despojando de las gobernaturas y del dinero para mantener estructuras estatales ganadoras. En los próximos meses podríamos presenciar la debacle total del tricolor. López Obrador, también lo sabe a la perfección. Las cosas se ponen interesantes. Las clases medias tendrán la palabra. Veremos.